martes, 19 de febrero de 2008

Tras casi medio siglo...

Me sorprendió la noticia dos veces. En primer lugar, no me imaginaba que Fidel Castro fuera a renunciar a la presidencia y a la Jefatura del Ejército de Cuba. Al igual que Juan Pablo II, con quien también se especuló con una renuncia, seguía a pesar de su larga edad y graves problemas de salud sin abandonar sus investiduras y, a mi criterio, todo seguiría como desde el 31 de julio de 2006, con su hermano Raúl Castro en el gobierno en forma provisoria y él reteniendo los títulos máximos.

En segundo lugar, para ser un hito tan trascendente en la historia mundial, me extrañó que los medios argentinos le dieran tan poca importancia. Cuando me enteré (que fue a las 13:30, habiendo estado desde la mañana despierto) pensé que todo el día iban a estar hablando en los medios sobre ello o iban a lanzar programas especiales; sin embargo, nada de esto ocurrió. Se tomó, como dos días atrás había sido la declaración de independencia de Kosovo, como la noticia del día, pero no la del mes y mucho menos la del año.

Me pregunto cómo seguirá de ahora en más la política cubana. Espero que puedan unir las conquistas de las últimas décadas (como en salud y educación) y las ventajas de un sistema democrático plural.

martes, 5 de febrero de 2008

Filipinas, ¿Hispana o nativa?

Esta es una de las controversias que se desata dentro del pueblo filipino. Algunos, los hispanistas, sostienen que Filipinas es, como los países americanos colonizados por España, parte de la hispanidad. Sus argumentos no son pocos. La ocupación española, que tiene como antecedente el viaje de Fernando de Magallanes (1521) y comienza en forma efectiva con la fundación del primer asentamiento en la Isla de Cebú (1565) y de Manila (1571) por Miguel López de Legazpi (enviado desde el Virreinato de Nueva España, actual México) y finaliza en el año 1898, cuando triunfa una revolución iniciada en 1896 y se proclama la Primera República de Filipinas (luego suprimida por los estadounidenses tras una feroz represión a lo largo de la década siguiente). Abarca más de tres siglos durante los cuales la mayor parte de los habitantes se convirtió al catolicismo (hoy más del 80% de la población pertenece a esta confesión); se extendió el uso del español, utilizada por las minorías cultas y por amplios sectores populares; apareció una especie de lingua franca basada en este, el chabacano; tomaron las lenguas nativas numerosos préstamos (se estima que de las 8000 raíces del Tagalog, una de las lenguas nativas más extendidas, 5000 provienen de la lengua de Cervantes) y numerosos hábitos se introdujeron desde la Península.

Sin embargo, no todos los filipinos creen pertenecer al mundo hispánico. Muchos de ellos,
si bien reconocen que España influyó en forma decisiva sobre su nación, consideran que constituyen en esencia un pueblo malayo. Su defensa también se encuentra muy bien fundada. Se basa, por un lado, en el hecho de que el español ha experimentado un fuerte retroceso desde la ocupación estadounidense en favor del inglés. Afirman que la ascendencia de los filipinos es fundamentalmente austronesia (familia étnica del Sudeste Asiático emparentada con los grupos polinesios y de Madagascar) y que, aparte de la influencia española, recibieron las de China, Estados Unidos y Japón. Aparte de esto, aseguran que la idiosincracia filipina está más cerca de la de los países del Extremo Oriente que de la de los países ibéricos.

Por supuesto que yo, como extranjero que ni siquiera conoce este país, no puedo emitir un juicio final al respecto de esta cuestión. Es un asunto en el que, a mi criterio, tienen la última palabra los filipinos. Sólo puedo dar mi visión a la distancia, sin tener la formación necesaria, pero tal vez siendo más objetivo. Por un lado, siguiendo posturas modernas, creo no es el árbol genealógico quien determina la identidad de alguna persona en especial y, extendiendo el concepto, de todo un pueblo. Lo más importante es el sentimiento de pertenencia; es decir, que esta persona o pueblo se sienta identificado con una comunidad más grande y que esta comunidad mayor lo admita como uno de sus miembros. En el caso de Filipinas, siguiendo estos postulados, se entra en una dificultad. Primero, porque no sé si la mayoría de los filipinos se sienten hispánicos (me inclino porque no, pero esa inclinación realmente vale muy poco en alguien que conoce a lo sumo 10 filipinos por internet y sabe todo de oídas) y porque, en la actualidad, Hispanoamérica (al menos el Río de la Plata) ha dado la espalda a Filipinas.

Tal vez la situación sea distinta en México, con un contacto mayor por tenido en épocas coloniales a Filipinas y los demás territorios del Pacífico Oriental (Palaos, Guam, Carolinas, Marianas) a su cargo, pero aquí se ignora todo lo relativo a este país. Si en Argentina uno sale a la calle y pregunta por mujeres que sean jefas de gobierno es muy probable que respondan "Bachelet" (Chile) o "Merkel", pero dudo que alguien conteste "Gloria Mapacagal Arroyo". Si le preguntan a alguien de aquí dónde están los Apalaches o cuál es la capital de Canadá es muy probable que responda bien, pero si le piden que ubique en un mapa de Filipinas a Luzón y a Mindanao creo que va a señalar a Negros y a Cebú. Si se visita una casa y se repara en la biblioteca, es muy probable que se vean libros de autores colombianos, chilenos, uruguayos, peruanos, mexicanos, españoles o brasileños; pero no filipinos. Hasta ahora no he encontrado Noli me tangere ni El filibusterismo, las obras más conocidas del poeta José Rizal, en ninguna parte. Supongo que la mayoría de los argentinos arriesgaría que Rizal fue un botánico francés y, de preguntar por Francisco Baragtas (escritor en Tagalog) diría "¿Cómo? ¿Qué idioma es ese?". En la colección de discos de cualquier argentino es común que haya artistas españoles, mexicanos, centroamericanos, cubanos, colombianos, uruguayos, brasileños; también proyección folclórica de cualquier país de la región; sin embargo, dudo que estén el cantante que ahora es dueño de los estadios de Manila ni mucho menos una Kuratsa (baile tradicional).

Insisto. La última palabra pertenece a la nación filipina. Sin embargo, al margen del resultado de esta controversia, me gustaría que Argentina tuviera con Filipinas (al igual que con muchos otros países del mundo, como los africanos) una relación más profunda en lo comercial, cultural y, sobre todo, espiritual. No sólo por la analogía que suponen los tres siglos de dominio español seguidos por la dominación estadounidense (con nuestro intervalo de hegemonía británica), sino porque todo intercambio entre naciones conlleva a una mayor conciencia del destino común de la humanidad.

Fuentes: http://es.wikipedia.org/