martes, 25 de octubre de 2011

La Primavera de la Zona Norte

La renovación llega, tarde o temprano, a medida que los pueblos maduran por la senda de la democracia y la renovación. Como todos sabemos por las noticias, eso es lo que está ocurriendo, con diferentes matices, en Egipto, Libia, Túnez y otros países de Medio Oriente.

Sin embargo, de este lado del Atlántico también acaban de soplar vientos de aire fresco. En tres partidos de la zona norte del Gran Buenos Aires cayeron intendentes que llevaban 24, 16 y 12 años en el poder. Más allá de la idoneidad de los dirigentes vencedores, puesta en duda a lo largo de las campañas (en especial en el caso de Vicente López) está fuera de discusión que estos municipios dieron un paso más en sentido a uno de los dogmas fundamentales de la democracia: la rotación de los funcionarios públicos, en especial los de carácter ejecutivo.

Analogías con lo ocurrido en los pueblos árabes no faltan. Incluso, el caso de cada municipio puede ser asociado al de un país.

Vicente López presenta una clara similitud con Túnez. Por empezar, Ben Alí comenzó su gobierno, al igual que el Japonés García, en 1987, con sólo 33 días de diferencia. Fueron los primeros en caer. Año a año, el Japonés sacaba menos votos y Túnez se veía, por su posición mediterránea, muy expuesto a la influencia de las nuevas ideas. No fue de extrañar que el primero en perder fuera García y que el primer dictador en ser desplazado fuese Ben Alí.

San Martín, por su parte, puede ser asociado a Egipto. Al igual que Vicente López su política era muy compleja: eran liderados por intendentes radicales devenidos en kirchneristas (el caso de Ivoskus incluyó un período en el que tanto el FPV como el ARI lo apoyaron); es decir, había todo un entramado de alianzas comparable con lo que ocurría en el país de las pirámides. Pero, sin dudas, el mayor punto de coincidencia es que uno de los principales factores que llevaron al fin de sus gobiernos fue que tanto Mubarak como Ivoskus intentaron legar el poder a sus hijos.

Por último, San Fernando podría vincularse con Libia. Era, sin dudas, un municipio convencional del conurbano en medio de partidos con historias bastante particulares. Amieiro respondía al modelo de intendente de las zonas oeste y sur: un hombre del PJ que había compartido boleta con Menem, Duhalde y los Kirchner. Un caso atípico por lo típico, con el gobierno más monolítico de la zona, al igual que Libia, que no había vivido como los países anteriores procesos de apertura y negociaciones constantes. Y, en ambos casos, el fin fue imposible sin el apoyo externo que, como se sabe, vino en un caso de la OTAN y, en el otro, del intendente de Tigre. Y, por si fuera poco, así como ex amieiristas encabezaron la oposición, también hoy está ocurriendo que antiguos líderes cercanos a Kadafi están hoy entre los “rebeldes”.

Después de la euforia siempre vuelve la quietud. Pero el cambio está en marcha. Sea en el conurbano como en Medio Oriente, ya ningún dirigente puede creer que es dueño y no administrador. Que puede morir sentado en el sillón del poder. Que los pueblos no tienen memoria. Que, en definitiva, el invierno puede prolongarse indefinidamente. No. Siempre llega la primavera. La Primavera de los Pueblos Árabes. La Primavera de la Zona Norte.

domingo, 23 de octubre de 2011

Tropiezo no es caída

Todos hablan de la diferencia entre los candidatos que obtuvieron el primer y el segundo lugar en estas elecciones, número que podría llegar a ser marca histórica. Pero pocos reparan en un hecho más cualitativo, en el que sin dudas este gobierno sentó precedente. Me refiero a su capacidad de superar una dura derrota legislativa, un fin que parecía inminente, trampa de la que ningún otro gobierno había podido escapar.
Aunque podrían encontrarse ejemplos poco nítidos, de democracia limitada, como en los casos de Illia y Frondizi, que perdieron elecciones a gobernadores y legislativas y fueron derrocados, es innegable la tendencia a partir de 1983. En 1987 el radicalismo perdió las elecciones legislativas (y, además, la mayoría de las gobernaciones) y, en 1989, Menem ganó claramente las presidenciales. El PJ, luego, gozó de un período de "prosperidad electoral" hasta 1997, año en el que la Alianza ganó las legislativas como antesala de la victoria de De La Rúa en 1999. En 2001 la Alianza perdió las elecciones a diputados y senadores y... bueno, no perdió más elecciones porque cayó el gobierno en menos de dos meses.
Tropiezo no es caída, y lo supo muy bien la actual gestión. Sin dudas contaron con una ventaja respecto a los casos antedichos (la oposición en 2009 estaba claramente fragmentada y en los años anteriores no) y trabajaron sin prisa pero sin pausa recuperando su imagen y, al margen del contexto internacional, que sin dudas fue benevolente, su habilidad política está fuera de discusión.
No sé hoy cuáles serán los aportes del FPV al país, pero sin dudas gracias al kirchnerismo hoy la política argentina es como el fútbol y no como el tenis: no importa por cuánto se vaya perdiendo, todo puede cambiar un minuto antes del final.