Me encuentro seguido con conocidos en la calle. Más de una vez, mientras converso con uno aparece otro, los presento y trato de sumarlo a la charla. Nunca me pasó que se lancen ironías con "veneno", o se digan groserías o sonrían con soberbia. Mucho menos que se griten, o se descalifiquen o saquen conclusiones sin saber nada de sus vidas.
En mi muro de Facebook no me pasa lo mismo. Es común que personas de distintas ideologías lancen comentarios con mala saña, se insulten o se burlen entre sí. Hasta ahora he tratado de poner paños fríos, hablando en privado con gente que "se va de boca". Pero me exige mucho tiempo, que no tengo, y es muy difícil manejar tantos grises. Tenés desde palabras soberbias hasta el insulto directo, todas actitudes que, estoy seguro, no ocurrirían si se encontraran conmigo de casualidad en una plaza.
Si
creo en la responsabilidad de cada uno... ¿Quién soy yo para decir qué
es adecuado y qué no? ¿Tengo que armar una "lista negra" de palabras
prohibidas? Me vienen a la mente los censores de 40 años atrás, serios,
amenazantes. ¿O ver el contexto y preguntarme todo el tiempo si un
comentario es agresivo o no? Me desagradan esas ideas porque vengo de
una familia que sufrió la falta de libertad, pero al mismo tiempo los
derechos de uno terminan donde comienzan los de los demás y nadie tiene
por qué herir sin sentido a un desconocido.
Esta
violencia no es de ningún partido político en especial. Es un clima de
época. Así que me gustaría
invitar a la reflexión a todos sobre las redes sociales. ¿En la calle no
les tiro flechas a los conocidos de mis amigos
pero en Facebook sí? ¿En el trabajo me siento en el sillón con aire de
"ciudadano honorable" pero en
Twitter puedo discriminar o reírme de las desgracias ajenas, porque
"total es Twitter, no es en serio"? ¿Los reto a mis hermanitos cuando
dicen malas palabras pero en los foros de los diarios insulto con todas
las letras del abecedario al que tiene otras ideas?
Algunos
dijeron que nunca más iban a publicar sobre actualidad y al poco tiempo
volvieron al ruedo. Prefiero algo más realizable. A Facebook lo tengo
que seguir abriendo, pero por dos semanas no voy a subir nada, salvo que
esté en riesgo una vida (donaciones de sangre, personas o animales
perdidos). En dos semanas empiezo, si tengo tiempo, a difundir
cuestiones que, en principio, no lleven a polémicas tan agresivas, como
detalles de la cultura o los científicos argentinos. Si buscamos luz,
contemplemos nuestras raíces y lo que lograron algunos compatriotas.
Recién en un mes iré volviendo a temas más controvertidos.
Hace
10 años la hermana de una desaparecida me dijo "los jóvenes no saben lo
valiosa que es la libertad de expresión pero la desaprovechan. Es como
si caminaran sobre una mina de oro sin darse cuenta". Del desinterés,
que no suma ningún ladrillo pasamos a la violencia, que destruye lazos y
encima es inútil. ¿O alguien cambia su opinión si lo insultan?
Me
despido con una frase de un amigo que ve el bosque y no sólo los
árboles. Espero que los argentinos dejemos de ir de un extremo al otro y
entendamos que sólo respetando al otro en las redes como si lo
tuviéramos en frente y dando argumentos se puede edificar un país más
justo.
Tanto le insistimos a la gente que tenía que hablar de política,
y ahí está. Eso mismo que antes opinaban de River y Boca, ahora también
lo opinan de la política, eso mismo que antes opinaban de los
personajes de la farándula ahora lo opinan de la política, eso mismo que
antes sentían de las clases populares, ahora lo expresan opinando de
política. Juicio de valor y estrategia solucionadora aparte.