Un proyecto que lleva varios años dando vueltas por los
despachos de políticos y jueces es el del traslado de los tribunales de San
Isidro al Bajo Boulogne. Según sus defensores, el centro de San Isidro se descomprimiría, a la par que los servicios judiciales se mudarían a una zona que, según ellos, es de mejor accesibilidad.
El planteo me genera dos inquietudes. Por un lado, los accesos no son, a mi criterio, más adecuados. Actualmente los tribunales están a
unas tres cuadras de dos estaciones distintas de tren (San Isidro C, del F. C.
Mitre, y San Isidro R, del Tren de la Costa), mientras que el predio
de Irigoyen y Panamericana, frente al centro comercial, posee nula conectividad ferroviaria, si bien podría pensarse en una
extensión de los ramales del Mitre a Capilla del Señor o a Zárate. Asimismo,
sin necesidad de trasbordo se puede llegar
a San Isidro desde buena parte de Tigre y San Fernando o Vicente
López gracias a líneas como la 203 y la 343, mientras que, para llegar al Bajo Boulogne, casi todos los
colectivos circulan por la Panamericana y los trasbordos se vuelven obligados. Así, la mayoría de la gente debería tomar algún colectivo hasta la
Panamericana y luego otro más, perdiéndose tiempo, dinero y comodidad. Y ni hablar de la dificultad que resulta hoy en día cruzar de un lado a otro de la Panamericana en esta zona, donde no existe ningún puente o túnel específico.
Sin embargo, mi crítica va más allá de una mera cuestión de transporte. Se trata de la vida de las decenas de miles de personas que viven en el Bajo Boulogne, en Bancalari y en otros barrios, cuyas vidas cambiarán radicalmente de mudarse las oficinas judiciales.
Cuando los funcionarios hablan del traslado de los
tribunales lo hacen con una gran soltura, como si se tratara de una zona vacía,
deshabitada, en la cual se puede construir y demoler sin pedir permiso, cual un
gigantesco terreno baldío. Sólo en el Barrio San Isidro se estima que viven 12.000 personas. ¿Nadie se puso a pensar que, de mudarse los Tribunales, por la
colectora van a circular más autos, va a haber más contaminación acústica y,
seguramente, más de una persona mayor va a dejar de sentirse a gusto en el
vecindario? ¿Se van a sentir seguros los padres sabiendo que, a metros de donde
juegan sus hijos, son trasladados detenidos con custodia policial? ¿Acaso se desestimó la idea de trasladar los edificios a La Horqueta
porque unos son ciudadanos de primera y los otros de segunda?
No me opongo tajantemente al proyecto, pero creo razonables dos puntos
clave. Que se realicen los estudios necesarios para determinar el flujo de
tránsito de implementarse la mudanza y se ejecuten las obras complementarias y,
sobre todo, que el proyecto cuente con el consenso de los vecinos del Bajo Boulogne y alrededores, donde la tranquilidad podría mermar.