lunes, 13 de mayo de 2013

El Megáfono Papal

A dos meses de la elección de Jorge Bergoglio como Papa, ¿Cambió algo en Argentina? ¿O todo sigue igual?



Soy de la idea de que este es un hecho trascendente en la historia nacional. Que sea trascendente no implica, claro, que sea positivo o negativo. Se puede sostener que Argentina ha dado al mundo un líder con las mejores cualidades humanas o, por el contrario, que Francisco carece de aptitudes morales y que la Iglesia Católica es una institución retrógrada, pero negar la relevancia de la Iglesia y de su pontífice resulta un argumento difícil de sustentar, más aún pensando que un papa americano es un hecho sin precedentes en los casi dos milenios de historia del cristianismo.

¿Cambia algo para el país? A menos de un mes del comienzo de su pontificado sufrimos una de las peores inundaciones de nuestra historia. Quien suba a un tren (si no es suspendido el servicio) va a encontrarse con niños y personas con capacidades diferentes pidiendo limosna. A simple vista, todo sigue igual.



Pero algo cambió: el megáfono papal. Argentina, además de ser el país de los asados, el tango y el fútbol, hoy es la tierra del Papa. Si hay una inundación o un incendio, los medios internacionales van a cubrirlo con más énfasis. Si sufrimos un accidente de tránsito, también va a ganar mayor repercusión. Ídem si un político pronuncia un exabrupto. Toda ley que sea tratada también será analizada con más entusiasmo. Todo lo que ocurra en este suelo va a ser oído por una mayor audiencia que hace dos meses.



Francisco nos deja una gran responsabilidad por delante. Hoy los políticos, científicos, periodistas, académicos, artistas, gremialistas, deportistas y demás figuras reconocidas del país tienen un megáfono que difunde con más fuerza sus palabras y obras. Pero también todo argentino, desde el lugar donde esté, está construyendo (o destruyendo) un país que es una ventana al mundo. Si nos despreocupamos y no intentamos cambiar nuestros vicios, transmitiremos un mensaje de desazón al planeta. Pero si, con nuestras acciones cotidianas, nos proponemos edificar una nación basada en el respeto, el trabajo, el conocimiento y la equidad, el mundo escuchará gracias al megáfono papal un potente discurso en favor de la justicia y se infundirán en los ánimos la esperanza y la solidaridad.

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