miércoles, 15 de octubre de 2008

Soluciones reales

La pobreza no tiene soluciones mágicas. No es cuestión sólo de entregar canastas alimenticias. No se reduce simplemente a otorgar planes sociales. No se traduce nada más que en mejorar condiciones habitativas. Todo ello, sin dudas, es necesario en situaciones extremas, pero no es la clave del asunto. Su aplicación prolongada resuelve problemas. Pero no los de los marginados, sino los de los dirigentes de turno que, así, crean un vínculo de dependencia con las comunidades excluídas. Para peor, generan una profunda animadversión de las clases trabajadoras, que pasan a ver como parásitos a los sectores desfallecientes y descargando contra ellos sus odios, en lugar de cuestionar la verdadera raíz de la problemática.
¿Dónde están, entonces, las soluciones reales? Sin dudas, una educación que permita un desarrollo no sólo laboral, fundamental ante las necesidades cotidianas, sino también ciudadano, para evitar las vergonzosas situaciones de control del electorado, y yendo aún a conceptos más amplios, humano, favoreciendo la inmersión en los contenidos. Sin dudas, un trabajo digno para todos los que lo necesiten, privilegiando la capacitación y el esfuerzo por sobre todo tipo de nepotismos.
¿Cómo se logrará? ¿Soñando entelequias sin siquiera compartirlas? Más bien, con una mayor participación política, no sólo a nivel partidario sino también pensando, en cada acto, en el bienestar de la polis local, nacional y global.

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