viernes, 5 de junio de 2009

Sentimientos encontrados

La reincorporación de Cuba (o, mejor dicho, la anulación de la resolución que condujo a su suspensión) me provoca sentimientos encontrados. Por un lado, me resulta lógico, por ser un pueblo americano, que la patria de José Martí pueda ejercer en plenitud sus derechos dentro de un organismo continental. Por el otro, recuerdo la enorme falsedad que hubo a la hora de suspender al país de las Antillas "por las violaciones a los Derechos Humanos" y favorecer medidas mucho más laxas para las demás dictaduras del continente . ¿Acaso los derechos humanos se limitan para ciertos sujetos a la posibilidad de comerciar libremente? ¿No sería más honesto que afirmasen que sólo los países con economías capitalistas pueden formar parte de ella, al margen de sus cualidades políticas? Y, sin embargo, no puedo dejar de reclamar por la plena vigencia de los derechos consagrados en 1948 tras incontables experiencias dolorosas.
Termino inclinándome por esta nueva resolución, que incorpora en su segundo artículo la moderación que se debe a una medida tan trascendente. Me pregunto, tal como lo han hecho otros (por ejemplo, mi amigo Maurício Santoro) si aceptará Cuba, tras años de ostracismo, un nuevo panorama que incluye a unos Estados Unidos más abiertos que hasta propician, más allá de los paliativos, su reincorporación a la OEA. Esta resolución de 1962 trascendió toda rutina diplomática y dio origen a libros, investigaciones, películas, manuales de texto... se trata de una medida muy singular, con un gran contenido histórico y emotivo.
Confusión. Duda. Vacilación. Estas sensaciones me despierta. Pero, sobre todo, esperanzas en que América llegará a ver reunidos a todos sus hijos en armonía.

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