sábado, 2 de abril de 2011

Malvinas y Vancouver y Quadra



Uno de los confines del Imperio español fue una isla de la costa oeste de Canadá. Pocos recuerdan su nombre completo: Vancouver... y Quadra. Sí: Vancouver y Quadra.

A fines del siglo XVIII el imperio español marca una clara presencia en el oeste de América del Norte, lo cual lo enfrentaba, lógicamente, con Gran Bretaña. Luego de una serie de disputas, se llegó en las convenciones de Nutca (1790, 1793 y 1794) al acuerdo de que la manzana de la discordia sería llamada Isla de Vancouver y Quadra (en homenaje al representante inglés, George Vancouver; y al español, Juan Francisco de la Bodega y Quadra) y que, aplicando por principio para la posesión de las islas la pertenencia de las costas adyacentes, pasaría a control de Gran Bretaña.

Ciertas autoridades británicas olvidaron, según parece, rápidamente el nombre completo de la isla y, además, también el tratado. Costas adyacentes españolas, islas españolas; costas adyacentes británicas, islas británicas. ¿Será que hay geografía de vanguardia que desconozco, o las Islas Malvinas están más cerca de las costas británicas que de las españolas (hoy argentinas)?

Hoy, a 29 años de aquella fecha tan difícil, y en medio de tantos discursos que nos animan a continuar el reclamo soberano por la vía de la paz, y junto siempre con el respeto hacia quienes sufrieron las consecuencias de la guerra, tenemos que hacer uso de la fuerza de la razón y conocer la jurisprudencia internacional que avala lo que los argentinos sentimos más allá de los manuales de derecho, los libros de historia o los trabajos de geografía: ¡LAS MALVINAS, ARGENTINAS, CLAMA EL VIENTO Y RUGE EL MAR!


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