En ese sentido, la Noche de los Lápices no puede quedar solamente en un libro, una película o un acto escolar. Debe ser motivo para que se continúen las reivindicaciones y, al mismo tiempo, se actualicen a los tiempos que corren.
Hoy es mucho más fácil que hace 35 años determinar qué pasajero puede recibir un subsidio y quién no, lo que más técnicamente se llama focalizar una transferencia. La tarjeta SUBE (Sistema Único de Boleto Electrónico), tal como lo han comentado sus organizadores, permitiría a futuro proteger a personas de bajos ingresos de eventuales cambios en los boletos como, por ejemplo, en el caso de los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo. Excelente idea, por cierto, y muy progresiva; es decir, ayudaría a reducir la distancia entre ricos y pobres.
Me pregunto, ¿Y si también se emplea para, al menos, proteger de los aumentos a los estudiantes universitarios, que hoy, en Buenos Aires, no cuentan con viáticos diferenciales? ¿Y si se emplea para reducir o, incluso, eliminar el pago de estudiantes terciarios, medios y primarios?
Los mártires de La Plata ya han subido a lo más alto de la cultura argentina. Que los lápices, con la tarjeta SUBE, también SUBAN.
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