miércoles, 13 de junio de 2012

Un problema y dos reflexiones


Esta imagen, de dos semanas atrás, se volvió una postal típica en los últimos meses para Boulogne y otras localidades del Gran Buenos Aires cada vez que se realiza un corte en el Camino del Buen Ayre. Un solo problema, pero que me suscita dos reflexiones.

Por un lado, cortar el Camino del Buen Ayre, que une las zona Norte y Oeste del Gran Buenos Aires se ha vuelto, evidentemente, una medida muy efectiva para hacer oír reclamos sectoriales. Antes estábamos habituados a escuchar por televisión que en la 9 de Julio o la Avenida de Mayo se había producido un piquete, pero últimamente se fueron instalando también en la General Paz y, ahora, en pleno conurbano. Y nótese que no se trata de una arteria radial como la Panamericana o el Acceso Oeste, sino de un cordón transversal; es decir, de aquellos que unen a las distintas zonas del conurbano entre sí.

Buenos Aires está cambiando. Las antiguas localidades satelitales no son más meras "ciudades-dormitorio", sino que también se están volviendo puntos de mayor relevancia en cuanto a sus propuestas laborales y educativas. Diez años atrás, en tiempos del surgimiento de los piquetes, no habría sido un trastorno tan grave un corte en el Buen Ayre y por eso la mayoría era en Capital; hoy no es nada trivial cortar esa vía.

Ya sería hora de ir pensando en concretar esos viejos proyectos de enlace ferroviario para acercar a Haedo al Río de la Plata, que tuvieron tenues antecedentes como el tranvía San Isidro-Santa Rita y diversos planes más o menos formales que nunca se concretaron. Para ello, obviamente, se deben emplear con mucha inteligencia y premeditación terrenos fiscales y expropiaciones, hecho que no es nada trivial en tiempos en los que, con el último anuncio del plan de viviendas, no queda en claro qué destino se va a dar a ciertas tierras del Estado Nacional que, según diversas fuentes, podrían quedar en manos de sectores de altos ingresos. Puede parecer un sueño distante pensar en nuevos ramales cuando la mayor parte de la red ferroviaria sigue traccionada a Diesel, y en efecto creo que lo es, pero son ideas que, espero, algún día se concreten para bien de la integración de la ciudad.

Por el otro, en una meditación más profunda, me pregunto por el origen de los piquetes. ¿Qué llevó a que sea una forma tan extendida de reclamo? A diferencia de los apologistas de la "mano dura", rechazo la idea de que el uso de la violencia sea la solución. No sólo porque se estarían cargando las tintas contra trabajadores, exponiéndonos a lamentar pérdidas humanas, sino porque veo al corte como el síntoma de un problema más grave.

¿Por qué el empleado de una empresa que ha sido despedido sale a cortar una autopista? Sencillamente porque descree, y con bastante razón, de la eficacia de los canales formales. Si inicia un juicio, en lugar de encontrar una respuesta rápida se va a ver en medio de un laberinto cuya salida tal vez sólo vea en lustros, pero si organiza un piquete va a tener cobertura televisiva y la empresa le dará una pronta solución.

Los piquetes no van a solucionarse con represión, confundiendo el efecto del problema con la causa. Sólo después de décadas de crecimiento con equidad, invirtiendo en educación, salud, transportes y en un sistema judicial sólido es que podremos ir tranquilos a tomar un colectivo sin la necesidad de averiguar antes de salir de nuestras casas qué autopista está cortada.

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