jueves, 19 de noviembre de 2015

Otro perfil

Es curioso ver cómo Argentina parece dividida entre tirios y troyanos. Cientos de miles de ciudadanos agreden al líder adversario con una virulencia nunca antes vista en más de 30 años de democracia. Pero, le guste a quien le guste, los dos tienen mucho en común. Parece que el nivel de odio va en relación inversa a las diferencias entre los candidatos.



Alfonsín fue elegido concejal 29 años antes de llegar a la primera magistratura, responsabilidad a la que accedió habiendo sido diputado provincial y nacional. Menem fundó la Juventud Peronista de La Rioja más de 30 años antes de ser presidente, cargo al que accedió luego de ser elegido tres veces gobernador de su provincia. De La Rúa empezó como asesor del gobierno de Illia más de 30 años antes de llegar a la máxima responsabilidad. Néstor Kirchner había presidido el Centro de Estudiantes de su secundaria 35 años antes de llegar a la Casa Rosada. Cuando su marido le colocó la banda presidencial, Cristina había entrado a la política hacía más de 30 años, de la mano de la Juventud Peronista.


Gane quien gane el domingo, va a tener un perfil muy diferente respecto a sus antecesores. En sus orígenes, en su formación y en su carrera va a representar una innovación en la política argentina. Un país acostumbrado a presidentes de familias de clase media va a tener a un hijo de un empresario de primera línea. Por primera vez en la historia un presidente electo será un graduado de una universidad privada. Y, lejos de comenzar su trayectoria como un ignoto adolescente que se dio una vuelta por un comité o una unidad básica, habrá ingresado por la "puerta grande", con cargos de primer nivel luego de hacerse famoso gracias al deporte. Macri arrancó en la política postulándose hace 12 años a jefe de gobierno porteño, y Scioli 18 años atrás, como diputado nacional. En promedio, menos de la mitad del tiempo de carrera de sus antecesores, salteándose varios escalones.



Será un hijo de las encuestas. De esos legisladores que entran al Congreso porque "arrastran" a otros menos populares, no tras décadas de militancia. De los que llegan a cargos ejecutivos porque "miden bien". De los que, en definitiva, nacieron a la política en tiempos donde la televisión ya influía tanto o más que un partido.


Más de 17 millones de argentinos los votaron en octubre. Y este domingo uno de ellos será elegido presidente. Reconozco que su estilo de carrera política no es de mi mayor agrado, pero eso será secundario. Sin mayoría en ambas cámaras, quien gobierne deberá poner en práctica el diálogo y el consenso que tanto declaman, y ahí cada ciudadano, desde su rol, va a poder ser protagonista de los debates e influir para que, más que de coyuntura, sean de desarrollo. Porque sin olvidarnos de que hay distintos intereses e ideologías de por medio, si el próximo presidente concluye su mandato con más y mejor educación, salud, medio ambiente, industria, agro, transparencia y obra pública ganamos todos.

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